1.3. El racismo de Darwin

Uno de los aspectos más importantes y no obstante menos conocido de Darwin es su racismo: consideraba a los europeos blancos más "avanzados" que otras razas humanas. En tanto presuponía que el ser humano evolucionó a partir de criaturas parecidas a los monos, barruntó que algunas razas se desarrollaron más que otras y que las últimas aún tenían rasgos de simios. En su libro "La Descendencia del Hombre", el cual publicado después de "El Origen de las Especies", comentó descaradamente "las mayores diferencias entre los seres humanos de razas distintas". Darwin sostiene allí que los negros y los aborígenes australianos son iguales a los gorilas y luego infirió que los mismos, con el tiempo, deberían ser "hechos a un lado" por las "razas civilizadas". Dijo:

»En algún momento de un futuro no muy distante como para medirlo en siglos, casi con toda certeza las razas humanas civilizadas exterminarán y reemplazarán a las salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos… sin duda, serán exterminados. La diferencia entre el hombre y sus allegados más cercanos se presentará entonces más amplia, porque será la que corresponderá entre el ser humano con una civilización incluso mayor —como es de esperar— que la de los caucásicos y la de algunos monos tan inferiores como el mandril, en vez de como se presenta ahora entre el negro africano o el australiano y el gorila«.Charles Darwin. La descendencia del hombre.

Las disparatadas ideas de Darwin no fueron solamente teorizadas sino llevadas también, a una posición que proveyeron los más importantes "fundamentos científicos" al racismo. Suponiendo que los seres vivientes evolucionaron en la lucha por la vida, el Darwinismo fue adaptado a las ciencias sociales y se convirtió en una concepción que pasó a ser llamada "Darwinismo Social".
El Darwinismo Social afirma que las razas humanas existentes están ubicadas en distintos peldaños de la "escala evolutiva", que las razas europeas eran las más avanzadas y que muchas otras razas aún llevan rasgos de "simios".
En »El Origen de las Especies« Darwin consideró a los nativos de Australia y a los negros, prácticamente, en un pie de igualdad con los monos y sostuvo que debían desaparecer. En cuanto a esas otras razas que consideraba »inferiores«, opinaba que era esencial impedir su multiplicación, de modo que terminen extinguiéndose. Vemos así que el racismo y la discriminación con los que nos encontramos aún hoy día, fueron aprobados y justificados por Darwin en su momento.
En cuanto a la tarea que le tocaba a las »personas civilizadas«, según las ideas racistas de Darwin, era la de acelerar un poco ese período evolutivo, como veremos a continuación, por lo que no habría ninguna objeción, desde el punto de vista »científico«, en hacer desaparecer lo más pronto posible a aquellos que de todos modos van en ese camino.
El aspecto racista de Darwin se exhibe en muchos de sus escritos y observaciones. Por ejemplo, lo manifiesta al describir a los nativos de Tierra del Fuego, observados en su largo viaje iniciado en 1831. Los describió como criaturas »totalmente desnudas, bañadas en tinturas, comiendo lo que encontraban al igual que los animales, descontroladas, crueles con todos aquellos ajenos a su tribu, sintiendo placer al torturar a sus enemigos, ofreciendo sacrificios sangrientos, asesinando a sus hijos, maltratando a sus esposas, llenos de supersticiones escabrosas«. Pero el investigador W. P. Snow, que había viajado a la misma región diez años antes, presenta un cuadro muy distinto. Dice que los nativos fueguinos eran »sujetos muy bien parecidos, enamorados de sus hijos, en posesión de algunos implementos muy ingeniosos. Reconocían algún tipo de derecho sobre la propiedad y aceptaban la autoridad de varias de las mujeres más ancianas«.
Es este profundo racismo de Darwin lo que hace constar Benjamin Farrington en »Qué Dijo Darwin Realmente« al expresar que habló mucho de »las grandes diferencias entre los seres humanos de razas distintas« en »El Origen del Hombre y la Selección Sexual«.
Por otra parte, la teoría de Darwin, que niega la existencia de Dios, ha sido la causa principal de que mucha gente no perciba que el ser humano es producto de Su creación y que todas las personas fueron, son y serán creadas en un pie de igualdad. Este fue uno de los factores que hizo que el racismo ganara fuerza y se lo aceptara aceleradamente de manera generalizada. El científico norteamericano James Ferguson pone de relieve el estricto vínculo entre la negación de la creación y la aceptación del racismo:

»La nueva antropología se convirtió rápidamente en el respaldo teórico de una de las dos escuelas de pensamiento opuestas respecto al origen del ser humano. La más antigua y establecida es la que sostiene la ‘monogénesis’, es decir, la creencia en que toda la humanidad, independientemente del color de la piel y otras características, desciende directamente de Adán y del acto de creación singular y original de Dios. La monogénesis fue promulgada por la Iglesia y aceptada universalmente hasta el siglo XVIII, momento en que la oposición a la autoridad teológica empezó a fomentar la teoría rival denominada ‘poligénesis’ (es decir, la teoría de la evolución), la cual sostiene que las distintas comunidades raciales tienen desarrollos diferentes«.

La antropóloga hindú Lalita Vidyarthi explica cómo la teoría de la evolución de Darwin condujo a que el racismo sea aceptado por las ciencias sociales:

»La teoría (de Darwin) de supervivencia del más apto fue recibida con entusiasmo por los científicos sociales de la época. Creían que la humanidad había atravesado varias etapas de evolución, culminando en la civilización del ser humano blanco. A mediado del siglo XIX el racismo era aceptado como una realidad por la vasta mayoría de los científicos occidentales«.
Los darwinistas posteriores a Darwin batallaron con mucho tesón con el objeto de demostrar sus ideas racistas, en nombre de las cuales no tuvieron ningún escrúpulo en elaborar incoherencias y falsedades científicas. Pensaban que cuando »las demostrasen« habrían probado »científicamente« la superioridad y »derechos« del caso, para oprimir, colonizar y, si fuese necesario, exterminar a otras razas.
Stephen Jay Gould señala en el capítulo tercero de su libro »La Medición Incorrecta del Ser Humano« que algunos antropólogos no tuvieron problema en recurrir a la falsificación de sus datos para demostrar la superioridad de la raza blanca. Según Gould, el método que más utilizaron fue el de falsificar las medidas que habrían tenido los cerebros en los cráneos fosilizados encontrados. En su libro menciona que muchos antropólogos que suponían que el tamaño del cerebro tenía algo que ver con la inteligencia, exageraron intencionalmente las dimensiones de los cráneos caucásicos y redujeron de la misma manera las de los negros e indios.
El evolucionista Havelock Ellis, contemporáneo de Darwin, respaldó la distinción entre razas inferiores y superiores en base a algo que se pretendía »científico«:

»Los niños de muchas razas africanas son poco o nada menos inteligentes que los niños europeos. Pero al desarrollarse se vuelven estúpidos y obtusos y en el conjunto de su vida social permanecen dentro de una rutina de poco vuelo, en tanto que los europeos mantienen mucho de su vivacidad de la infancia«. (Stephen Jay Gould, Ever since Darwin)

SEXISMO Y PAPEL VICTORIANO DE LOS SEXOS

Es fácil ver, especialmente en The Descent of man and Selection in Relation to Sex (1871), que Darwin suscribió el punto de vista según el cual la división del trabajo y las habilidades del hombre y mujer victorianos eran algo natural:

“La diferencia principal en la capacidad intelectual de los dos sexos queda demostrada en los logros que los hombres alcanzan en cualquier cosa que realicen, de mayor nivel de lo que puedan hacerlo las mujeres – da igual que se necesite un pensamiento profundo, la razón, o la imaginación, o simplemente el uso de los sentidos y las manos… el promedio de inteligencia en el hombre debe estar por encima del de la mujer…” Charles Darwin. La descendencia del hombre. Charles Darwin. La descendencia del hombre.

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