4.4. Defensor de la eutanasia

Si bien la defensa pública de la eutanasia comenzó antes del paso del siglo XIX al XX, fue la revista de la Liga Monista de Haeckel Das Monistische Jahrhundert la que, en 1913, publicó los primeros argumentos en apoyo de la eutanasia. A partir de estos argumentos se forjó el panfleto proeutanasia quizás más influyente que se haya publicado, escrito por Kart Binding y Alfred Hoche, titulado “Permiso para la destrucción de la vida indigna de ser vivida” (1920). El panfleto, por su parte, allanó el camino para la aceptación del programa de eutanasia nazi Aktion T-4, que desde cinco complejos diseminados por Alemania se deshizo de entre 120.000 y 275.000 pacientes de instituciones mentales, personas físicamente inválidas, enfermos incurables y otros “indeseables”.
Repitámoslo: la eutanasia era entendida como un imperativo biológico, inherente a la reinterpretación darwinista de la vida humana. Los monistas, al igual que luego los nazis, creían que Alemania estaba al borde de la total degradación biológica y que por tanto el colapso era inminente. Sólo los más aptos deberían tener permiso para reproducirse. Por lo que hace a los no aptos, Haeckel propugnaba la vuelta a las prácticas de la antigua Esparta, que entendía eran una imitación directa de los rigores de la selección natural. La “destrucción de los niños recién nacidos” que resultasen ser no aptos o inferiores debería considerarse no como un tipo de homicidio, sino como “una práctica beneficiosa, tanto para los niños destruidos como para la comunidad”.
Haeckel murió el 9 de agosto de 1919, habiendo presenciado la humillante derrota de su amada Alemania en la Primera Guerra Mundial, Finis Germanie!!, declaraba por una carta a un amigo. Para Haeckel, la paz a la que se llegó mediante la firma del armisticio únicamente traería consigo la degradación de Alemania y por tanto la degradación del más alto tipo humano. La República de Weimar, según él, únicamente contribuiría a empeorar la situación. Pero las ideas de Haeckel no morirían con él; de hecho, apenas reposarían, puesto que fueron retomadas por Hitler, el cual las convirtió en elemento esencial de su ideología.
Resultaría tentador, tras haber encontrado tantas oscuras conexiones entre Darwin; Haeckel y los nazis, pretender que esas ideas se manifestaron sólo en Alemania. Pero no es así. El evangelio de la eugenesia darvinista fue predicado con fervor por toda Europa y América, y algunas de las sociedades eugenésicas más activas y vociferantes del último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del XX se encontraban en Inglaterra y Estados Unidos. No hace falta más que leer las vidas del inglés sir Francis galton y de los americanos Margaret Sanger y Peter Singer para ver cómo la Cultura de la Muerte está presente en unas u otras culturas.

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