4.9. La ley de "embriogenética"

Mucho después de mi descubrimiento infantil, volví a encontrarme con Haeckel en los libros de texto. Allí se le atribuía una ley evolutiva: “La embriogenia recapitula la filogenia”. En palabras sencillas, esto significaba que en el desarrollo embrionario se reproducen todas las etapas de la evolución. En una etapa, el embrión humano tiene agallas (como un pez) y más adelante ostenta una cola, como si fuese un mono.
La idea no deja de ser correcta en líneas generales, si no fuera porque Haeckel (atado al paradigma de su tiempo) pensaba a la evolución como un proceso lineal. Los embriones humanos no tienen agallas, pero presentan estructuras que en el pez se desarrollarán como tales. Lo mismo ocurre con la diferenciación sexual; el pene y el clítoris tienen el mismo origen embrionario. Lanzado a buscar pruebas para su hipótesis, Haeckel no encontró nada mejor que fabricarlas.
En 1874, el profesor Wilhelm His de Leipzig denunció que, entre otras cosas, Haeckel había retocado uno de sus dibujos para que un embrión humano se pareciese a un renacuajo, y también había metido mano en una ilustración de Bischoff. En un despliegue de “creatividad”, Haeckel agregaba colas, sacaba y ponía vértebras, le ponía cabeza humana a un embrión de mono y repetía la imagen de un embrión de un perro para presentarlo como pollo o tortuga.

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